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Mostrando entradas de enero, 2010

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Vamos a pretender. Pretender que pretendemos. Pretendemos querernos. Querernos como nadie. Nadie quiere pretender eso. Pretendamos que sabemos. Ignoremos que amamos. Amamos pretender. Yo no pretendo que te amo. Yo te amo

Vamos

-Tengo frío. -Bastante. -La lluvia me deprime. -A mi me gusta. -A mi no. -Es melancólica, tal vez, ¿no te parece? -No. Es triste. Y llegó una nube, neblina, triste y sola. Y los dos miraron la luna, que ahora parecía una luciérnaga escondida. La hierba estaba fresca, el rocío nocturno se había encargado de escarchar ligeramente todo lo que estaba a su alrededor. -Vamos. -Vamos. -Parece que todo fuera escarcha. Parece un planeta lejano donde estamos los dos. Él calló. El ladrido de un perro se escuchó a lo lejos. Un tiro. Un aullido. Más silencio. -Por eso estas noches me deprimen. Todo huele a muerto. -¿Te sientes muerta? -A veces. Me congelo. Vamos, ¿sí? -Vamos.

Azul

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Duerme ahora en la mitad de la cama. Es una cama doble. Antes dormía en el lado derecho, pensando que eventualmente tendría que compartirla, pero con el paso de los años se dio cuenta que esa posibilidad se alejaba. Se levanta de la cama rodeada de peluches, sintiendo que es feliz incluso cuando su vida está incompleta. Las pantuflas están en el mismo lugar dónde las dejó la noche anterior. La habitación brilla, pareciera que estuviera llena de vida. Abre sus ojos y busca con los pies, sin tocar el piso helado. El escritorio está a 15 pasos de la cama, a 7 del baño y a 12 de la cocina. La prótesis remoja en el agua, en el baño, con la puerta cerrada. El ojo brilla también. Todo brilla. Todo se asfixia. La máquina de escribir la compró en un mercado de las pulgas hace 40 horas exactamente. La resma de papel, acomodada específicamente a 23 centímetros de la reliquia, estaba a un brazo de distancia. "Hoy he preferido soñar contigo. El sol me ha dicho lo mismo. Dormí toda la tarde, un

Picnic

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Las nubes chocan. Hay un frente de aire frío que causa una colisión en el azul profundo. El horizonte está amarillo intenso, pero la luz lo tiñe de blanco. A los lejos, las nubes son espejos. Un ave recorre los silencios. El viento sigue soplando, el aliento de un extraño regresa a mi. Tú me recuerdas a un lugar inexistente, una palabra imposible y un animal imaginario.

Súplica de amor por Héctor Rojas Herazo

Me gusta escribir, es evidente. Sin embargo, me gusta más que me escriban. Me gusta sentir que hay una correspondencia, una intención oculta que se desvela entre la intimidad de dos individuos que comparten un secreto. Revisando mi correspondencia, me encontré con un poema que fue correspondido hace algún tiempo atrás. Súplica de amor Por mi voz endurecida como una vieja herida; Por la luz que revela y destruye mi rostro; Por el oleaje de una soledad más antigua que Dios; Por mi atrás y adelante; Por un ramo de abuelos que reunidos me pesan; Por el difunto que duerme en mi costado izquierdo Y por el perro que le lame los pómulos; Por el aullido de mi madre Cuando mojé sus muslos como un vómito oscuro; Por mis ojos culpables de todo lo que existe; Por la gozosa tortura de mi saliva Cuando palpo la tierra digerida en mi sangre; Por saber que me pudro. Ámame.

Caminos del espejo, por Alejandra Pizarnik

I Y sobre todo mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto. II Pero a ti quiero mirarte hasta que tu rostro se aleje de mi miedo como un pájaro del borde filoso de la noche. III Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia. IV Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene. V Todos los gestos de mi cuerpo y de mi voz para hacer de mí la ofrenda, el ramo que abandona el viento en el umbral. VI Cubre la memoria de tu cara con la máscara de la que serás y asusta a la niña que fuiste. VII La noche de los dos se dispersó con la niebla. Es la estación de los alimentos fríos. VIII Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo. IX Caer como un animal herido en el lugar que iba a ser de revelaciones. X Como quien no quiere la cosa. Ninguna cosa. Boca cosida. Párpados cosidos. Me olvidé. Adentro el viento. Todo cerrado y el viento adentro. XI Al negro sol del silencio las palabras

Érase una vez el amor pero tuve que matarlo

"Su piel es blanca pero el sol la oscurece un poco y se ve preciosa. Cuando se está así todo es apropiado, el mundo gira sobre tu mano y aunque no es nada, brilla. Ella tiembla cuando la rozas, te entrega todo, aun lo que guardaba para el mal tiempo. Una dulce y sensible criatura de Dios. Eres su héroe y no tienes que esforzarte para ser bueno y confiado. Los pescadores miran a tu chica y aunque te molesta un poco puedes entenderlos: ella es un regalo para los ojos y tu eres el dueño, puedes besarla y hacerle el amor cuando se te antoje, eres el primer y único hombre de su vida, el jardinero que cortó esa flor, la cortaste con ternura, no hubo dolor, fue lento y placentero como chupar una pastilla de menta. Los pescadores la miran como si fuera una estrella, ellos no pueden cortar flores tan suaves, ellos comen hierba como los burros. Si tuvieran flores así las destrozarían porque la ansiedad los quema, en cambio tú no tienes prisa. ¿Para qué? Ella es tuya para siempre. Y un día t

Mejillones

El chorro de agua estaba disperso como siempre. El agua caliente había convertido al baño en un sauna sin eucalipto en menos de 5 minutos. Se metió lentamente a la ducha, cerró la puerta corrediza y después se sentó en el piso. El dolor de cabeza, cortesía de la resaca por la fiesta del día anterior, se estaba agudizando. Las entrañas le ardían un poco, y la piel, ya roja por el agua caliente, parecía una vasija de barro roja y agrietada. Afuera, el mundo parecía deterse, y por instantes, regresar. Miró al piso, mientras el chorro le caía en la cabeza, y se dio cuenta de que una de las baldosas de marmol tenía un rostro. Miró el rostro en el marmol, e imaginó que lloraba. De su ojo brotó una lágrima imperceptible. Hay que limpiar la ducha, pero será mañana. Se quedó allí, inmovil, hasta que