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Mostrando entradas de febrero, 2012

Conversaciones imaginarias con él

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Él: ¿Y de qué vamos a hablar exactamente? Yo: No lo sé. Se me ocurrió escribir esto mientras estaba en el baño del trabajo. Tú sabes que esos son momentos brillantes para mí. Él: Sí, lo sé. Me lo has contado en repetidas ocasiones. Igual que lavarte los dientes. Yo: Sí, es raro. ¿no te parece raro? Él: Bastante. No estoy seguro de que a mí me pase algo similar. Yo: ¿Te parezco muy rara? Él: A veces. Eres rara en la medida perfecta. Yo: ¿y loca? Él: también. Pero así me gustas. Yo: Tú me gustas callado, aunque a veces me inquieta ese silencio tuyo. Él: ¿En serio? Yo: Sí. Por eso hablo mucho. Intento no quedarme en silencio. Él: No sabía. Yo: Alguna vez te lo dije, que me ponías nerviosa, y por eso hablaba tanto. Él: Definitivamente hablas más que yo. Es un hecho. Yo: Pero tú escribes mejor que yo. Él: No digas eso. Yo: Claro que sí. Tú escribes todo el tiempo. Hasta tienes un libro. Yo no escribo más de una hoja a la semana. Es una mierda y lo

H de F

A mi querido H, no es porque me mires insidiosamente, o porque me dirijas la palabra cuando alguien más me acompaña, que no te quiera. No es porque tus subordinados hablen mal de ti, declarando abiertamente que son esclavos de tu tiranía e ignorancia. Tampoco es porque tengas la maldición de tu ciudad y tus costumbres, reflejadas en tu manera de hablar. Mucho menos por ese caminar desgarbado y mezquino, o tal vez porque tienes en tus manos herramientas que hasta yo podría manejar con mayor decoro.No es por la lista de defectos, ni por el simple hecho de estar varios peldaños más abajo de la cadena.  Es por la cobardía de emanas en las miradas que sostienes, en la duda indeleble del acecho, en las sonrisas tímidamente esbozadas que se asoman en cada furtivo encuentro. A ti, querido H, que tienes más años que yo, pero menos sabiduría de esa que se lee en los ojos, te exijo una palabra o te declaro el exilio a los cinco metros que nos separan. Esta carta, que evidentemente nunca