Me gustas

Me gustas como esos edificios viejos que todos quieren demoler en el centro de la ciudad. Me gustas porque cuando recorro tus corredores estrechos encuentro oficinas minúsculas con vinilos de los ochenta y cabellos rubios esparcidos por doquier. Me gustas porque, tal y como los ministerios construidos en los sesenta, tienes un aroma particular que se parece a la madera vieja y el sudor. Me gustas porque ya nadie construye edificios con las ventanas pequeñas, con azulejos diminutos que reflejan el sol y con fuentes que se han convertido en piscinas de aves enfermas.