Selva de Palabras

Nada de lo que escribo les pertenece a ellos. Mucho menos a mí.

Si me lee y sabe que esto es para usted, no crea que por leerme todo esto es para usted. Usted, querido extraño, no me conoce y no sabe en las fauces en las que se está encaminando. Este lugar, que parece ser más un escondite secreto de mi alter ego, es un jardín encantado en el que juego a ser otra. Siempre suya hasta que termine,  E

Estoy rodando sobre cuerpos. Siento los huesos puntiagudos, las pieles viejas y la firmeza de la juventud. Todos estamos desnudos mientras, a oscuras y en un lugar sin nombre, chocamos y seguimos rodando. Somos bandas humanas industriales, partes minúsculas de un engranaje que compone una máquina universal. Basta. Sigo rodando. Siento una mano que se aferra angustiosa, escucho un gemido de placer, siento la humedad y el calor ajeno, el cabello crespo en mi rostro, las barbas desordenadas, las caras afeitadas, las vísceras. Siento todo menos lo emocional. Solo quiero seguir rodando. No hay más.

Usted, tan libre de ir y venir. Yo, tan aferrado a éste suelo. Usted, tan libre de mí; Yo, tan aferrado a usted. —León. De alas y raíces. (De alguien que no me lo dedica para mí)