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Mostrando entradas de mayo, 2010

Auto-escritura

Me voy a empezar a escribir a mí misma. Sí, una auto correspondencia donde me declaro el amor ajeno. Soñar con la palabra no tiene precio. Por eso me auto-escribiré.  Escribiré todo lo que quiero leer de otros hecho con mi puño y letra. Voy a escribir todo lo que nadie me dice pero quiero escuchar tal y como me gusta. Tal y como quiero leerlo.
El día que me quieras de Amado Nervo El día que me quieras tendrá más luz que junio; la noche que me quieras será de plenilunio con notas de Beethoven vibrando en cada rayo sus inefables cosas y habrá juntas más rosas que en todo el mes de mayo Las fuentes cristalinas Irán por las laderas Saltando cantarinas El día que me quieras. En «El arquero divino» (1915)
Más que escribir, busco en la palabra un refugio. Un abrazo. La palabra me lame las heridas como un perro fiel lame las propias, y se enreda entre la maraña de su pelo, descuidado por el tiempo, para dormir. La palabra me quema un poco, me corta un poco, me golpea y maltrata. Sim embargo, yo vuelvo a ella. Un tiempo es como una palabra. Se aplica a toda situación y a todo lugar, personaje, nudo, desenlace. La universidalidad de ambas, el tiempo y la palabra, superan incluso la escritura y los calendarios. Por eso, cuando pienso en perderte un poco y renunciarme, busco la palabra. Lo más cercano a dejar de sentir el mundo en el que vivo es escribir letra por letra, palabra por palabra y renunciar a todo. Huir, no renunciar. Es así como mediante palabras pido tiempo para valorar el porqué una acción vale más que una palabra, pero una palabra vale más que el tiempo mismo. Tiempo para valorar acciones y recordar los orígenes de las palabras. Pronunciar dos palabras no es lo mismo q

Correspondencias para Andrés

Despues de mucho silencio he decidido volver a escribirle. No crea que no he querido hacerlo, al contrario. Pero las palabras han huído de mi desde hace un mes. Lo siento, debo disculparme. En el fondo creo que se trata de dos cuestiones importantes: mis luchas constantes y mis ocupaciones. Sí, mi Romeo ahora no me quiere. Me teme, en realidad, y eso me ha roto el alma un poco. Ya no quiero salir al mundo, lo rechazo y me parece enfermizo. Sí, no sé a qué le temo o a qué le huyo, pero casi todo es así ahora. El universo ha perdido un poco su color y su magia. Mientras, yo me aferro a la música que me hace sentir viva; un poco de Pink Floyd, de alternativa feliz y de jazz. Notas que se pierden en el vaho de la ciudad. Yo, Julieta, he decido apartar a Romeo. Ya no quiero que me recite poesía bajo la ventana, ni que me jure amor eterno renunciando a su nombre. No quiero comparaciones con la luna o el sol, ni con las estrellas. He decidido ser una Julieta triste y sola. Sola como cua

La boca

Tengo la boca en la palabra.  La palabra me arde y me quema. Desgarra lentamente por dentro y  mueve lo ya perdido. Las llagas aparecen. Pústulas blancas y rojas que crecen en mi cuerpo. La lengua se hincha, se entorpece y en la ausencia, lloro.  Me deshago en silencio, mientras el mundo gira desaforadamente. Soy una niña atrapada entre palabras ardientes escritas en el viento.