Primera Entrada

Esta historia surgió mientras pintábamos un bosque en papel craft, en medio de los olores de podredumbre que venían del mar azul y el agua que había sido mezclada por el viento, el sol, y alguna mano humana desolada y pobre.
CAPITULO PRIMERO Y ÚNICO
Su cuerpo pesaba más que de costumbre. Se había acostumbrado a la pesadumbre de sus caderas experimentadas con el pasar del tiempo. Intentaba preparar el café mas oscuro mientras esperaba a su próximo cliente.Aunque tenía 53 años, era la más visitada de la ciudad. Los hombres creían que su experiencia arrasaba con la niñez definitivamente, y por esta razón padres llevaban a sus hijos para que se convirtieran en hombres en sus cálidos brazos.Era bien conocida entre los hombres de alta sociedad, que también habían sido convertidos por ella, aunque su nombre nunca era pronunciado, no por miedo, si no por los tabúes que la sociedad presentaba constantemente.A sus trece había iniciado el negocio por la necesidad y para no morir de hambre. Empezó en la calle, donde se pudiese hacer sin ser notados. Con el tiempo, las calles se convirtieron en su dominio y nadie podía estar en ellas excepto sus clientes.Se había enamorado solo dos veces en su vida, a sabiendas que nunca sería posible que un hombre la amara sin su cuerpo.El café estaba listo y su cliente tocaba la puerta. Caminó con sus caderas y su pesado cuerpo pensando en su juventud cuando abrió la puerta. La fragancia invadió la casa. Nunca había olido aquella esencia, pero la atribuyó a las lociones que las señoras ricas de la alta sociedad traían últimamente de París. Entro en silencio y miro rápidamente el interior de la casa. Percibió el olor de vieja y se quito el sombrero y el abrigo para ponerlos en el perchero.Se tomó el café y se dirigió siempre en silencio hacia donde quería ser atendido. Se sentó en la bañera y empezó a desvestirse lentamente, mientras el agua caliente empezaba a caer. Ella fue a su habitación para desnudarse pues nunca lo había hecho al frente de un hombre. Puta pero con pudor. Eso era lo que siempre pensaba; cuando salía a la calle, cuando mercaba, cuando estaba sola, siempre. Empezó a recordar mientras se quitaba el chaleco su primer amor. Tenía veintiún años y ya era reconocida en la ciudad por su oficio. Esperaba a un cliente, eran las tres de la tarde y hacía media hora lo estaba esperando. Pensaba que la pérdida de tiempo en cualquier negocio significaba pérdida de dinero. Estaba de mal genio. Tocaron la puerta. La abrió esperando algún viejo desolado y sin esperanza pero era un joven de más o menos 27 años, calculo ella.-Siga- le dijo con una voz de reproche.-Gracias- le contestó tímidamente, con un leve temblor en la voz.Entraron a la sala de la casa que recién había comprado con el trabajo de su cuerpo y el dinero de toda su vida. Olía a rosas, las que había comprado esa misma mañana.-Relájese, yo no como ni muerdo- dijo ella en un tono burlesco- Me llamo Ángela-.El la observo y un silencio predominó en la habitación hasta que el dijo:-Me llamo Francisco y…- su voz se entrecorto y el nerviosismo se le notó en la cara. Sudaba. Ella cogió su mano y le dijo:-Hágale pues que el tiempo apremia.No se dio cuenta como fue que entrego por primera vez su corazón y no su cuerpo. Se quedó con el toda la tarde mientras observaba su cabello rubio, sus cejas, sus brillantes ojos azules.-Putos hombres- dijo, y cuando terminó de desvestirse salió de su habitación. Su cliente ya se había terminado de desvestir y se había metido en la tina. La cortina transparente dejaba ver su expresión placentera, como si estuviera en su propia casa, en su tina y esperando a su propia mujer. Antes de entrar al baño, fue a la cocina para tomarse lo que quedaba de café.Su amor con Francisco duro solo tres meses, hasta que decidió casarse con la hija del gobernador, estudiada, católica, y en pocas palabras, todo lo que ella no era y nunca podría llegar a ser. Ahí decidió que el amor no era para ella.Sirvió el café y se sentó en la mesa aún pensando en como hubiera sido su vida con Francisco, pero dijo:-¡Que va! ¡Quien se querría casar con una puta como yo!Y siguió tomándose el café. Por primera vez el hombre hablo, llamándola con afán y calma. Quería ser atendido. No se levanto hasta haber terminado su café. Se dirigió hasta el baño, cerró la puerta, y lo atendió.