Te miro


Te miro de reojo. Me levanto en la mitad de la noche y dudo si es un sueño. Me abrazas más fuerte por un par de segundos, y entre sueños viajas a Paris. Lo sé.

No te conosco lo suficiente aún para decir cualquier cosa sobre ti. Digo cualquier cosa porque las vanalidades a veces suelen ser asuntos importantes. Dormir de un lado a otro, abrazarme fuerte durante la noche y sostener mi mano es algo más complicado que una conversación argumentada sobre la gramática de las imágenes.

Ahora vivo en la ausencia de ti con tu recuerdo. Un recuerdo efímero al cual sujeto tan fuerte como puedo a mi pecho. El corazón, como decían los antigüos egipcios, era el centro de la inteligencia, y por eso al momificar, nunca le retiraban del cadaver putrefacto.

Después de todo lo que he vivido, creo que mi corazón sigue en mi. Claro, estoy momificada por fuera, pero por dentro sigo viva.

Te sigo mirando mientras duermes, y pienso que tal vez eres hermoso, y que todo esto es un sueño. Te miro de frente y me acomodo para sentir tu aliento chocar con el mío, y respiro en un instante donde somos uno.

Nunca lo supiste. Nunca lo sabrás. Te miro.