Vamos

-Tengo frío.

-Bastante.

-La lluvia me deprime.

-A mi me gusta.

-A mi no.

-Es melancólica, tal vez, ¿no te parece?

-No. Es triste.

Y llegó una nube, neblina, triste y sola. Y los dos miraron la luna, que ahora parecía una luciérnaga escondida. La hierba estaba fresca, el rocío nocturno se había encargado de escarchar ligeramente todo lo que estaba a su alrededor.

-Vamos.

-Vamos.

-Parece que todo fuera escarcha. Parece un planeta lejano donde estamos los dos.

Él calló. El ladrido de un perro se escuchó a lo lejos. Un tiro. Un aullido. Más silencio.

-Por eso estas noches me deprimen. Todo huele a muerto.

-¿Te sientes muerta?

-A veces. Me congelo. Vamos, ¿sí?

-Vamos.