Mi nuca
Hasta las palomas duermen a esta hora. Él me intenta reparar el cuerpo frágil, tenso y delicado. Sus ásperas manos entran en contacto con mi piel. Un hombre corre a mi lado y me sonríe. La papada se asoma y me saluda.
La sombrilla de la mujer gotea y ella se aferra al mango como a su última esperanza.
El olor a pollo sube por la ventana de la oficina y el noveno piso se convierte en cafetín. Las tripas rugen con fuerza y todos sonreímos.
El tipo frente a mi o ha podido dejar de subir y bajas sus cejas. Tourette, ¿tal vez? ¿Tic? ¿Manía?
Pienso en el cabello rubio del muchacho del fin de semana y su tufo vuelve a mí. Me enojo y cambio de lugar mental.
Sus manos siguen en mi cuello. No sé si sonreír o reír. Opto por una risa nerviosa y me concentro para n parecer una tonta.
La chica del elástico naranja lo estira, hace una mueca y cuenta del 1 al 10 hasta el fin de su tortura.
-Ese lado me duele más.
-Ahí.
- Ouch.
-No, ahí abajo, en la espalda.
-He tenido dolor de cabeza.
-Tal vez sea por el cuello.
Deja de tocarme la nuca y regresa a su computador. Pone una canción y me mira. Sonríe. Creo que le gusto.