Y al final, siempre, te pido que me quieras.

Pues sí. Te hablé solo para emputarte, reprocharte  e irme. Te hablé para decirte que ya me cansé de que me temas. De que me empujes porque no sabes qué hacer conmigo. De que aparezcas solo cuando tú quieras, y que yo siempre esté ahí para ti. Me cansé de eso. Estoy cansada de no poder decirte cosas. Las mismas que tú sabes y tal vez sientes, pero tampoco quieres ver. Esas a las cuales accedí conscientemente a no tocar por estar contigo. En realidad no sé por qué carajos terminé hablándote, pero las cosas están ahí siempre. Las mariposas, las maricadas, las sonrisas y el calor. Yo también.

Y al final, siempre, te pido que me quieras.