H de F

A mi querido H,

no es porque me mires insidiosamente, o porque me dirijas la palabra cuando alguien más me acompaña, que no te quiera. No es porque tus subordinados hablen mal de ti, declarando abiertamente que son esclavos de tu tiranía e ignorancia. Tampoco es porque tengas la maldición de tu ciudad y tus costumbres, reflejadas en tu manera de hablar. Mucho menos por ese caminar desgarbado y mezquino, o tal vez porque tienes en tus manos herramientas que hasta yo podría manejar con mayor decoro.No es por la lista de defectos, ni por el simple hecho de estar varios peldaños más abajo de la cadena. 

Es por la cobardía de emanas en las miradas que sostienes, en la duda indeleble del acecho, en las sonrisas tímidamente esbozadas que se asoman en cada furtivo encuentro. A ti, querido H, que tienes más años que yo, pero menos sabiduría de esa que se lee en los ojos, te exijo una palabra o te declaro el exilio a los cinco metros que nos separan.

Esta carta, que evidentemente nunca llegará a ti, quedará como un recuerdo para la posteridad. Como una postal perdida de un viaje ajeno, con la esperanza de no esperar más.

Tuya en las palabras,
Estefanía