Sóley

Ella pedalea para sentir más intensamente la brisa de París en su rostro. La primavera se llevó todos los vestigios del escabroso invierno, y ahora los pájaros y la flores se apoderan lentamente de la ciudad. Los turistas corren en la plazas, las iglesias y olvidan sentir la vida de la ciudad. Sus memorias quedan estancadas en fotos sin sentido, casi como su viaje por Europa.

A ella no le importa. Siente los adoquines de la calle desde el sillín de la bicicleta, inclina su cuerpo para tomar las curvas y llegar a las avenidas. Recuerda la vitalidad de los pintores y artistas franceses de las últimas décadas y recibe su energía. Pasa por las famosas vitrinas y saluda a los maniquíes. No cambian desde que tiene memoria. Algunas tiendas ya no tiene maniquíes y ella siente que perdieron su humanidad estática. 

Igual que los turistas con sus fotos, las tiendas ofrecen una visión de París del pasado. La grandeza de la ciudad no es la misma que la de hace veinte años. Llega al Arco del Triunfo, lo mira y le hace un gesto con la cabeza. Sonríe y su bufanda se sacude con el viento. Pedalea más rápido, ama su ciudad, ama las nubes grises y las manchas de sol.

Nota: Léase mejor acompañado de la siguiente canción: