Te pido que no te enamores, que no me quieras con tu último aliento, que no me traigas flores o me recibas con los brazos abiertos en el aeropuerto. Te pido que no te enamores, a sabiendas de que voy a romperte el corazón, destruyendo la ilusión preciosa, la sonrisa cálida. Y me respondes que no te enamorarás de mí, así como nunca ve recogerás del aeropuerto, como nunca me traerás flores, o me recibirás con los brazos abiertos. Me dices que no te enamoraras, a sabiendas de que nos estamos enamorando, tocando lo más profundo con la punta de los dedos, pidiéndonos enamorarnos.