Dos puntos
Si él estaba despertando en un motel en Kazajistán, ella estaba en las calles de Londres. Si él sangraba, ella caminaba. Preocupada, no por él y su sangrado, si no por su temor al futuro, a él y a ella misma. A los dos, aún cuando ninguno había dicho nada de ese conglomerado que varias personas habían escuchado y visto. Las estrechas calles de Londres se convirtieron en su escape, mientras la lluvia la carcomía. Cada gota era un pensamiento, una duda, una circunstancia, una oportunidad, un retraso. Todo lo posible y pensable era una amenaza. Su corazón le indicaba exactamente eso. Unos días antes, él había dicho que quería irse a otras tierras para seguir su camino. Aunque ella ya pensaba lo mismo, tenerlo a su lado y considerar perderlo movió profundamente algo en sus adentros. ¿Valía la pena seguir, aún cuando en su futuro ella se veía viviendo en otras tierras, haciendo otras cosas, pensando diferente y con gatos que acompañaran su soledad? La pregunta que ten...