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Mostrando entradas de noviembre, 2009

Hoy

Hoy parece que le doliera el alma. Son pocas veces en el año que uno puede decir que está bien, que no tiene padecimiento alguno y que todo tiende a mejorar. El resto de los días, semanas, horas, meses, años, ella está impávida, esperando que llegue un rayo de sol para traerla de vuelta a la vida. Hoy parece que le doliera el alma, y que la tristeza se la tragara completa. Que más que el dolor en la cabeza, algo pesa dentro de sí. A veces pienso que ese algo soy yo.
Hoy me siento somnolienta. Puede que sea por el frío, por el vacío o por la ausencia. No lo sé. Estoy en la buseta. Hoy no quiero contar los colores que tienen las busetas, o mirar las placas de los carros que pasan velozmente por la ventana. Tal vez el té que tomé antes de salir tenía algo. Un somnífero. Nisiquiera presto atención a la música. Resultan beneficiados mis compañeros de la Universidad. No alego. Llego tarde y no digo nada. Saludo sin ganas y me siento. Toda la buseta pensé esta pequeña historia. Sigo así. Aparentemente el té sigue arropándome bajo su efecto. Quiero arruyarme en las cobijas eléctricas calorosas.

otro dueño

Que bueno sería que ese que dice ser tu dueño leyera los poemas en que tanto te nombro y sin celos aceptara que tienes otro dueño. 12 de marzo de 2008

Recuerdos reglamentados

Soy una persona de reglas que tiendo a no romper. Hace mucho, cuando empecé a escuchar música más de lo que vivía en el mundo real, noté que mis recuerdos estaban musicalizados. Un beso, una fiesta, un abrazo, un recuerdo....todo tenía y aún tiene música de fondo. Tuve que crear una regla para evitar corromper canciones. No fue sino hasta la Universidad que entendí el porqué de mis musicalizaciones: la radio. Bueno, no exactamente la radio, que fue la pionera de poner la música al alcance de todos, sino precisamente esto último. Mi primera fuente musical, haciendo cabeza y viajando al pasado distante, fue un deletreador en inglés. El siguiente recuerdo es un walkman paneludo amarillo. No me acuerdo si alcanzaba a tener radio o no, pero por esa época menudo estaba de moda, y los audífonos grandes e incómodos estaban siempre ahí. Creo que existió en mi casa hasta este siglo. En los viajes familiares, estaba Sergio Vargas, cortesía de Suramericana y posteriormente Chichi Peralta y Alejand

El proceso

Pensará que estoy bien. Con el tiempo pensará que me conoce como a la palma de su mano, y que puede predecir mis palabras y mis acciones. Eso será, a más tardar, en tres meses. Un día yo saldré del trabajo y no tendré ganas de verle. Le apartaré la cara y seguiré por mi camino, y mirará confundido. Buscará una expresión en mi rostro que le haga sentir que todo estará bien. Que sólo es un mal día. Tal vez llegue a encontrarla en su imaginación y seguirá como si nada. Como si él estuviera feliz y yo conmocionada. Seguiré caminando un més o dos más a su lado, y sujetaré su mano con la misma fuerza con la que sujeto un lapiz o una cartera. Él no notará la diferencia, y asumirá que es determinación. Pero estará tan equivocado que nisiquiera percibirá mis movimientos. La intranquilidad un dia le sacudirá la vida, cuando note que ahora estoy al otro lado de la acera. Mirándole fijamente, inexpresiva, con los ojos vacíos. Antes de salir a tomar un café o a comer, le soltaré la mano para suje